domingo, 20 de abril de 2008

Con las primeras luces de la mañana, la magia muere



Si yo te contara, si yo te contara cuantas veces me has suplicado...

Unas veces amable, lento y con sentimiento. Eligiendo las caricias que hacen que te muerdas el pulgar en un esfuerzo inútil de contener un gemido. Ahogando con el movimiento agitado de tu respiración, mil promesas sin raices. Alargando las horas en un intento inútil de parar el reloj en el instante.
Otras veces, tus ojos arden de deseo y las palabras sobran, la pasión me enloquece y ciego te arranco la ropa. Un fuego liquido me corre por las venas y doblego tu voluntad a golpe de riñón. No me pides nada porque nada esperas mas que eso, que la esencia de una locura incontrolada nos envuelva, enroscándonos en mil y una posturas imposibles, abrasando la razón y transformándonos en animales. Solo eso, animales.

Y sin embargo, después de tantas noches compartidas bajo el abrigo del anonimato, es con la llegada del día, cuando la calma nos invade y se desprenden las máscaras. Al instante el valor se evapora con el rocío de la mañana y dar el primer paso se antoja un viaje sin retorno, un salto al vacío preguntándonos si habrá red que nos salve. Un abismo se abre frente a los dos, alejando nuestros caminos. Tu corres a sus brazos, entre arrepentida por lo ocurrido y ansiosa por que el tiempo transcurra rápido para repetir de nuevo esta noche. Y yo, yo busco un sitio tranquilo donde morirme hasta esta noche que, como por casualidad, nos volvamos a encontrar en al barra del mismo bar de siempre. Y la misma frase, la que he repetido hasta la saciedad, nos convierta en dos vampiros ávidos de sangre.

Pero hoy no tengo fuerzas para jugar al gato y al ratón. Hoy no hay miraditas ni sonrisas furtivas, que la noche es corta y mi valor se escapa a la velocidad de tus caderas. Hoy voy a contarte mi verdad, la única verdad que puedo ofrecerte. Que nunca has sido mía porque nunca seré tuyo, que tengo un secreto inconfesable que te aleja, que las promesas son para cumplirlas y para ti solo tengo un puñado de mentiras que regalar.

Después de tanto tiempo, hoy he reunido el coraje suficiente para no acudir a la cita y en mi ausencia otro inconsciente ocupara mi vacío. Hoy, por fin he reunido el valor suficiente para decirte.... ¡Adiós!

4 comentarios:

Belén dijo...

Es solo una palabra, pero a veces anda que no cuesta decirla...

y si, al menos ya lo has dicho, olé!

Besicos

Nenita dijo...

Siempre hay un momento para decir adiós, y si lograste reunir el valor seguramente sea éste. Puede que doliera, pero parece que lo necesitaras... Las perspectivas eran pocas, te felicito pues por haber conseguido dar ese paso.

Bonita despedida.

Un beso

Nadym dijo...

Qué tintes nostálgicos lleva este post, pero qué bonita forma de decir adios, y desde luego hay que tener valor, sin duda...

Como dice la canción del vídeo (o eso creo) "toma mis manos con suavidad", y si las necesitas aprietalas muy fuertes. No lo olvides. Un besito y espero que estes muy bien.

Etèria dijo...

Tal vez la palabra que más asusta, tanto para aquel que la dice como para aquel que la escucha.

Besos