jueves, 6 de noviembre de 2008

¿Cuando sabes que has llegado al final?



¿Cuando sabes que has llegado al final?
Yo creo que una simple mirada basta.
Es tan sencillo que si tienes dudas no lo es...
Es una mirada irracional, difícil de aguantar
y tan profunda que llega hasta los secretos mas ocultos.
Capaz de lanzar un grito sordo que inunde el entorno
y la pregunta que no has exhalado muera en tus labios.
Y sabes que es verdad, porque ya estaba ahí antes de que llegases
y seguirá mucho tiempo después.
Porque es tan cierto como que a la noche le sigue el dia
y asi está escrito en un gran tellar.
Porque es tan viejo como el tiempo
y talla su rostro con recuerdos enterrados.

Solamente has encontrado lo que buscabas.

Es como darte de bruces con una pared.
Tan tangible, tan duro, tan vertiginoso.
Y si, ¡por supuesto que da miedo!
Acaso no se encoge el alma solo de pensarlo.
Y mil preguntas incoherentes anulan la razon:
... si no es nuevo, ¿porque ahora?
... si ya estaba aquí, ¿porque ahora?
... y si se va, ¿porque ahora?
... llegas tarde, ¿porque ahora?
... la luz se apaga, ¿porque ahora?
... no me pidas nada por olvidar, ¿porque ahora?

sábado, 1 de noviembre de 2008

Trueque a medianoche...

Hoy te propongo un trueque, un intercambio de los de antes. Ya sabes, yo te ofrezco algo y tu, tu me correspondes con otra cosa. Un trueque, un simple intercambio en el que los dos salgamos ganando. Es sencillo, no lo pienses mucho y dime que quieres. Yo lo tengo claro y solo necesito un guiño para pedir...

Te cambio, te cambio,
te cambio una promesa por un hueco en tu almohada para sentir tu cuerpo, para escaparme al amanecer y soñar que sueñas conmigo.

¡No!, mejor te cambio la luna por un beso, un beso ligero, sutil para saborear tus labios. ¡Un simple roce!, algo efimero para volver a casa preguntándome si fue verdad o lo soñé.

No, mejor te cambio una mirada intensa y profunda, de las que cuesta mantener y las piernas fallan por una sonrisa tímida que me haga albergar alguna esperanza.

O quizás te cambio un susurro al oído por un "Yo también te deseo" que me deshaga como el hielo de tu copa.