domingo, 30 de marzo de 2008

Lágrimas y cenizas. Allá donde estés



Me tengo que despedir aunque no quiera, ya veo. No me das opción, porque tu ya estás de camino y no conozco tu destino. Has olvidado marcar el camino de vuelta y te hemos perdido. Has partido tan pronto que me pregunto: ¿porque tanta prisa?, ¿quién te espera allí?, ¿es que no estabas a gusto aquí?

Perdona que le de vueltas pero es que tal vez no lo entiendo, aunque me gustaría que alguien me lo explicara. Soy de la opinión que cuanto más intenso es algo, menos dura. Porque si se prorrogase mucho en el tiempo, nos abrasaría como una gran explosión, de esas que lo arrasan todo, dejando solamente ceniza a su paso. Es algo así como un "sacrificio" que se hace para evitar males mayores. Esa es mi teoría, pero lo cierto es que sigo sin entenderlo.

Los mejores siempre parten primero, privándonos de su compañía, de su presencia, de sus risas y sus consejos. Puede que ha ellos se les eche mas de menos porque su esencia cala más profundamente. ¿O quizás es que cumplen antes con su destino? Como buenos profesionales terminan rápido, recogen y se marchan.

Lo gracioso es que ahora me encuentro ante tu ausencia, vacío de emociones, desgarrado por el dolor y enfadado con el mundo. No quiero despedirme y lo sabes. No puedes obligarme y yo tampoco lo haré.

¿Porqué has tenido que marcharte? ¡No jodas!, no me vengas con historias de héroes y villanos, de salvar a la princesa o sacrificarse por un ideal. Esos mundos de caballeros y aventuras caducaron tiempo atrás, en nuestra imaginación, cuando dragones escupiendo fuego nos acechaban tras cada árbol y una simple rama se convertía en un mandoble capaz de salvar una promesa. Tampoco tengas la vergüenza de pedirme Fe y comprensión, que ahora tengo la fuente seca. Se ha secado con las lágrimas derramadas en tu memoria, para que florezca y este siempre verde.

De vuelta a la realidad la plaza está silencio, pero yo oigo los sollozos que arrastrados por la brisa te llaman, esperando verte girar las esquina, esperando verte despertar de la pesadilla. Por muda respuesta, el llanto desconsolado de una madre que ve partir a su hijo, esta vez sin retorno. Y su eco sin consuelo retumba en mi cabeza, arañando mi cerebro y helando mis huesos hasta el tuetano. Y no se va, y no remite... puro dolor.

2 comentarios:

Belén dijo...

Decir adiós es duro amigo, pero sabes? a veces es necesario, a veces se van sin decirte nada, eso si escuece...

besos de animo

Nadym dijo...

Qué triste historia, pero cuántas emociones se puden leer a través de sus líneas.

Las despedidas siempre llegan demasiado pronto, siempre nos queda la sensación de haber disfrutado poco de la persona y siempre ronda por la cabeza el "no es justo" y el "por qué se ha ido". Supongo que porque tiene que ser así y porque a todos nos ha de llegar la hora.

Ánimo, hay que ser fuertes. Besotes.